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Pero no podía aparecer públicamente; porque era negro, en el país del apartheid. El cirujano-jefe del grupo; el Dr. Christian Barnad, se transformó en una celebridad instantánea. Pero Hamilton Naki, no podía salir en las fotografías del equipo. Y cuando apareció en una; por descuido, el hospital informó que era un empleado del servicio de limpieza.
Naki usaba chaleco y máscara, pero jamás estudió medicina o cirugía. Había abandonado la escuela a los 14 años para ser jardinero en la Escuela de Medicina, de la Ciudad del Cabo. Pero aprendía de prisa y era curioso. Cambió e hizo toda la clínica quirúrgica de la escuela; donde los médicos blancos, practicaban las técnicas de transplantes en perros y cerdos. Comenzó limpiando los chiqueros. Aprendió cirugía presenciando experiencias con animales. Se transformó en un cirujano excepcional; a tal punto, que Barnard lo requirió para su equipo. Se quebrantaban las leyes sudafricanas del apartheid; cuando un negro como Naki, operaba pacientes o tocaba la sangre de blancos.
Pero el hospital hizo una excepción para él; y se transformó en un cirujano ‘clandestino’. Era el mejor y dictaba clases a los estudiantes blancos; pero ganaba salario de técnico de laboratorio lo máximo, que el hospital podía pagar a un negro. Vivía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corriente, en un gueto de la periferia.
Hamilton Naki enseñó cirugía durante 40 años y se retiró con una pensión de jardinero de 275 dólares, por mes. Pero eso no le importó. El siguió estudiando y dando lo mejor de sí, pese a su discriminación. Después que el apartheid acabó, ganó una condecoración y un diploma de médico honoris causa.
Pese a su clandestinidad y discriminación, jamás dejó de dar lo mejor de sí y su pasión por ayudar a vivir y nunca reclamó por las injusticias que sufrió en su vida entera.Dr. HAMILTON NAKI
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